¿Alguien sabe lo que es la globalización? Seguramente muchos de nosotros responderemos ciegamente que sí, y tal como nos lo han vendido los llamados “líderes mundiales” lo haremos con una sonrisa en la cara.
Los gobiernos se escudan en esta palabra tan larga para reclamar la igualdad, luchar contra la pobreza y demás cosas que quedan bien en la televisión. Sin embargo, esa igualdad que reclaman, esa extinción de la pobreza para la que luchan se queda en lo que es: palabras. Porque realmente occidente no puede continuar con el ritmo evolutivo que lleva teniendo estas últimas décadas sin la explotación de los países más pobres. La explotación humanitaria es un hecho, y gracias a ella nosotros tenemos el nivel de vida que tenemos ahora.
La globalización entonces como está planteada es una utopía, y como tal es muy difícil, por no decir imposible, que llegue a realizarse. Sin embargo, esta globalización si que se refleja en muchos, demasiados, aspectos de nuestra vida cotidiana. Cierto es que poder beber CocaCola en cualquier parte del mundo puede resultarnos muy cómodo, pero esa CocaCola conlleva mucho más. Conlleva las culturas oprimidas, la mimetización de la humanidad, la desaparición de valores tradiciones y culturales importantes (y positivos).
Si esto es realmente la globalización, lo siento, pero no entro en el juego. Apuesto por un mundo plural y en el que también me pueda beber una CcaColaL; así que por favor, señores sofistas, déjense de refugiarse en una palabra tan rimbombante y empléense para solucionar las injusticias del mundo. Porque el mundo lo somos todos, distintos pero también iguales en derechos y humanidad.
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